¿Ídolo o maestro?

¿Cuántos maestros conocemos y cuántos ejercen realmente su profesión? Esta cuestión es sobre la que hoy reflexionamos, para así tratar de comprender mejor cual es el verdadero papel de una persona que es reconocida como maestro.

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hombre entre patos camina hacia la luz
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¿Ídolo o maestro?

La sociedad actual, una sociedad llena de contradicciones, presenta una especialmente arraigada en las artes marciales. Mientras que las religiones y los dioses aparentemente caen en el olvido, vemos un aumento sin precedentes en el número de ídolos y personas que son adoradas y veneradas como si fueran dioses u objetos de culto.

Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel del maestro en las artes marciales. El papel de un maestro consiste en orientar o guiar a aquellos que lo soliciten, en el complejo camino de la vida. En este caso, haciendo uso de las herramientas que ofrecen las artes marciales para ello. Lo que no podemos olvidar es que en ese camino todos nos perdemos y nos encontramos. Si bien, es importante para el maestro recordar esto a aquellos que eligen su guía, es un deber para él recordárselo a sí mismo.

Más allá de las artes marciales, cualquier persona que decide comenzar a enseñar cualquier actividad, asume consciente o inconscientemente el papel de maestro. Ni que decir tiene que este, como cualquier oficio, conlleva sus responsabilidades correspondientes. El maestro, a menudo elige ese oficio más por una necesidad de reconocimiento que por una verdadera vocación.

Cuando por ese motivo esto sucede, el papel del maestro queda alterado y en consecuencia comienza a invertirse. El maestro ya no acompaña, él se vuelve el centro de la relación con el estudiante. El maestro ya no se observa a sí mismo, sino que proyecta todos sus miedos y debilidades sobre el estudiante. El maestro ya no es un medio que aporta conocimientos valiosos, sino que se percibe como un objeto valioso en sí mismo, alguien que debe ser adorado.

Cuando esta inversión en la personalidad del maestro se ha producido, todas sus energías y empeño, estarán orientadas a alimentar la propia visión de sí mismo. Al igual que Narciso, queda enamorado de su propio reflejo.

Como consecuencia, las mentes de sus estudiantes y de sus seguidores son el alimento, la forma de nutrir la visión desmesurada que ha creado de su personalidad. Ahora necesita los ojos ajenos para reconocerse, ya que quedó cegado de su propia visión.

Debido a esto, en la sociedad actual, muchos maestros de artes marciales se han convertido en auténticos ídolos. Son venerados como si fueran seres superiores, y sus seguidores los adoran ciegamente. Se les atribuyen unas capacidades y una sabiduría inalcanzable, una creencia que ellos mismos alimentan como forma de asegurar su posición de poder. De esta manera, el maestro y sus estudiantes acuerdan sin decirlo, que él está por encima de los demás.

En ese momento ya nada puede ser cuestionado, y cualquiera que lo haga será desplazado apartándole del grupo. La estructura no puede tener fisuras, de lo contrario, debido a su inherente debilidad se vendría abajo.

Esta tendencia puede ser atribuida a varios factores. En primer lugar, vivimos en una sociedad obsesionada con la fama y la celebridad. Multitud de personas corren a la búsqueda de si mismos en caminos que ofrecen resultados artificiales. Existe la necesidad de admirar y de ser admirados, y los maestros de artes marciales perezosos, con pocas ganas de trabajarse a sí mismos, han encontrado un lugar en esa simulación marcial y espiritual.

La idolatría hacia los maestros de artes marciales tiene consecuencias negativas. En primer lugar, puede crear una dependencia poco saludable en los seguidores. Al adorar a un maestro como si fuera un ídolo, los seguidores pueden perder su propia identidad, su autonomía y la capacidad de pensar por sí mismos. Se convierten en seguidores ciegos, sin cuestionar las enseñanzas o acciones de su ídolo.

Además, esta idolatría puede crear una brecha entre el maestro y el alumno. Cuando un maestro es adorado como un dios, se crea una distancia entre él y sus alumnos. Los alumnos pueden sentirse intimidados o temerosos de acercarse al maestro, lo que interfiere en la comunicación entre ambos, creando un espacio de silencio donde las necesidades reales de ambos no pueden ser expresadas.

Es importante recordar que los maestros de artes marciales son seres humanos, con virtudes y defectos como cualquier otra persona. Pueden cometer errores y tener limitaciones. Adorarlos y consentirles todo solo lleva a una tóxica relación de complicidad. Sin embargo, estas relaciones superficiales y de mutuo interés no dejan de ser un camino más, otra manera, pero invertida, de afrontar el complejo camino de la vida y las artes marciales.

La necesidad de adoración como la necesidad de ser adorado, son síntomas de un vacío interior, que como ya hemos hablado, tan sólo puede ser colmado por uno mismo. Una persona que elige como profesión la enseñanza y guiar a otros, debe comprender que él es el primer estudiante y como tal, debe estar atento a aquellos aspectos de sí mismo que necesitan ser corregidos. De no hacerlo, perjudicará gravemente a aquellos que hayan depositado en él su confianza.

Expresiones como “nadie puede mostrar a otros un camino que no ha recorrido” o “una persona sólo puede ofrecer lo que lleva dentro”, resumen con claridad como cualquier persona, por más maestro que se llame o sea reconocido como tal, en verdad no es más que una víctima de su propio artificio en complicidad con sus seguidores y fanáticos. Y en este sentido, no existe mayor e implacable maestro que el tiempo y las consecuencias de nuestros actos.