La naturaleza y las artes marciales

Las inmensas fuerzas de la naturaleza habitan en nosotros, sin embargo, pocos son quienes logran reconocerlas y asentarlas en su interior. La práctica de las artes marciales son una excelente herramienta para lograrlo, pero eso no lo convierte en una meta sencilla. Hoy reflexionamos sobre la naturaleza y sobre reconocerla en nosotros a través de las artes marciales.

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La naturaleza y las artes marciales

La naturaleza puede mostrarse dulce y amable, regalándonos hermosos paisajes y momentos de paz. Pero también puede ser fría y despiadada, mostrándonos su lado más salvaje y destructivo. Sin embargo, es importante recordar que la naturaleza no es buena ni mala, pacífica o violenta, simplemente es todas esas cosas. Nosotros, somos quienes le asignamos las etiquetas que mejor se ajustan a nuestra percepción.

Esta complejidad de la naturaleza se ve reflejada en el ser humano, un ejemplo para mostrarlo son las artes marciales. Las artes marciales son la expresión de todo aquello que la naturaleza alberga. Más allá de las técnicas de combate, el estudio y la experiencia en el camino marcial, lleva a reconocer en nuestro interior las mismas fuerzas opuestas que habitan en la naturaleza.

Las artes marciales pueden enfocarse desde una infinidad de perspectivas. Como un sistema para mantenerse en forma, como una danza, como medicina, como una competición, como defensa, como una forma de someter a otros, etc. Pueden ser descritas de tantas formas como personas hay en el mundo. Pero en su esencia, las artes marciales, las artes de la guerra, nos animan desde el silencio a aceptar y abrazar nuestras propias contradicciones.

Conforme avanzamos en el camino de las artes marciales, nos situamos ante multitud de situaciones que necesitan ser afrontadas de formas opuestas unas de otras. Esas situaciones, nos llevan a expresar tanto el lado más amable como el más fiero, tanto el orgullo como la humildad o tanto la fortaleza como la debilidad. Esto no es nada fácil, porque cada persona crece identificada con una serie de creencias que le impiden mostrar lo opuesto a quien cree ser.

De ahí el inmenso valor de la práctica de las artes marciales, ya que el tatami es un lugar de estudio de técnicas y habilidades cuyo motor somos nosotros mismos, y es imprescindible para dominarlas conocerse. Lograr reconocer nuestras propias contradicciones e impulsos, ocultos a una mirada superficial, es el mayor reto a superar en esta vida y no es otro que lograr vencernos a nosotros mismos, vencer nuestra propia naturaleza y moldearla bajo la luz de la conciencia.

Otro ejemplo en las artes marciales sobre esta dualidad de la naturaleza humana, la encontramos en el uso que se hacen de ellas, ya no a nivel individual sino colectivo. las artes marciales puestas al servicio de una personalidad poco trabajada, poco comprometida consigo misma e incluso perversa, pueden ser igualmente una excelente herramienta para lograr todo lo contrario. Enjaular a otros en un nuevo sistema de creencias, en lugar de permitir que cada persona se encuentre a sí misma liberándose de sus propias cadenas.

Reconocer los extremos como nuestros, como impulsos inherentes de la naturaleza es consecuencia de un trabajo personal sincero. Dominarlos, es consecuencia de un trabajo marcial ejemplar.

En la práctica de las artes marciales, aprendemos a reconocer y controlar nuestras emociones, a ser conscientes de nuestro cuerpo y a encontrar un equilibrio entre la fuerza y la suavidad. Al igual que la naturaleza, las artes marciales nos enseñan que no siempre podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar nuestras reacciones ante ello.

En el entrenamiento de las artes marciales, nos enfrentamos a diferentes desafíos físicos y mentales. Aprendemos a caer y levantarnos, a superar nuestros miedos y a mantenernos en calma en situaciones de tensión. Todo esto nos ayuda a desarrollar una mentalidad resiliente y a adaptarnos a los cambios.

Así como la naturaleza no es buena ni mala, las artes marciales no son buenas ni malas en sí mismas. Depende de cómo las percibamos y cómo las utilicemos. Al igual que la naturaleza puede tanto crear como destruir, las artes marciales pueden ser utilizadas para proteger o para dañar.

En última instancia, tanto la naturaleza como las artes marciales nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia y a encontrar nuestro lugar en el mundo. Nos enseñan a ser conscientes de nuestro propio infierno personal y a vivir en armonía con el entorno que nos rodea.