¿Qué es la mente y cómo funciona?

Nos tiramos al agua para plantearnos una de las preguntas más complejas que podemos hacernos. Adéntrate con nosotros en este artículo que busca respuestas de valor a cuestiones que lo merecen. Todo sea por conocernos un poco más.

SABIDURÍA

Escuela Shaolin Quan

neuronas surgen de una esfera brillante
neuronas surgen de una esfera brillante

¿Qué es la mente y cómo funciona?

La mente es un concepto complejo y fascinante que abarca tanto lo conocido como lo desconocido. La mayor dificultad surge al tratar de describir la mente a través de la propia mente. La mente es una sola, fragmentada en tantas partes como seres hay en el mundo.

Tu mente eres tú, como yo soy mi mente. Nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestro cuerpo y toda nuestra vida y circunstancias son nuestra mente. Todo es la mente.

Podemos comparar la mente a un espacio sin forma, que se extiende hacia dentro y hacia afuera de nosotros sin límite. Son nuestras experiencias, las que crean formas mentales o creencias, delimitando y generando así una mente única en contenido y forma.

Gracias al cerebro, un órgano extremadamente complejo, la mente registra toda la información de su entorno a través de los sentidos, que funcionan como una extensión de ella.

Desde antes de nacer, nuestra mente comienza a recopilar la información del entorno. Después, a lo largo de los años, nuestra mente aprende a dirigir todo este complejo organismo que conocemos como cuerpo humano.

El cuerpo es la mente y la mente es el cuerpo

La función de la mente para captar información la conocemos como “atención”. Ser conscientes de esto nos permite utilizar esta herramienta para captar aquello que deseamos. Debemos prestar especial atención al tipo de información que consumimos. Dicho de otra manera, es importante ser conscientes de lo que vemos, de lo que escuchamos o de cómo nos relacionamos.

Recibir información negativa y de poco valor generará a lo largo del tiempo una mente debilitada. Por el contrario, una información positiva y de valor desde la infancia dará lugar a una mente eficiente y fuerte. Las emociones son la herramienta de la mente que nos permite discernir qué es positivo o negativo para nosotros.

Sin embargo, si la información emocional recibida en la infancia ha sido confusa o traumática por diversos motivos, se desarrollará una incapacidad para reconocer los propios sentimientos, generando en consecuencia una gran desconexión de la mente con el cuerpo.

A largo plazo, esto termina siendo una fuente de sufrimiento y enfermedad. Ya que el conjunto cuerpo y mente no está funcionando en armonía y para nuestro beneficio, al contrario, la mente acaba siendo perjudicial para sí misma, haciendo difícil llevar una vida feliz y equilibrada.

Una mente sana es una mente que actúa en nuestro favor. Esto nos permite llevar a cabo nuestras tareas cotidianas, adaptarnos a los cambios, mantener relaciones equilibradas, encontrar soluciones ante las dificultades y lograr llevar a cabo todas nuestras aspiraciones en la vida.

Una mente alineada en pensamiento, palabra y acto, es una mente sana y coherente. Que proyecta una realidad, es decir, una vida igualmente coherente. Esto se traduce en un sentimiento de plenitud, equilibrio y felicidad más estable y duradero.

Si deseamos reconocer nuestra propia mente, debemos habituarnos a dirigir nuestra atención más hacia adentro, escuchar que pensamos y que sentimos a cada momento. Ya que ahí reside todo cuanto necesitamos conocer para poner orden en el caos y reducir nuestro sufrimiento.

La principal dificultad que vamos a encontrar en este proceso, es que vivimos un tiempo donde orientarse hacia lo externo y lo superficial está inmensamente sobrevalorado. Sin embargo, debemos tener en cuenta que cualquier cambio real sólo sucede desde dentro hacia afuera, pero como esto requiere de un esfuerzo y una voluntad férrea pocos están dispuestos a realizarlo.

Desde aquí os animamos a comenzar este proceso de sanar vuestra propia mente. Si ya emprendiste ese largo viaje, os animamos a no desistir. Puesto que no podemos encontrar mayor propósito en la vida que transformarnos en los creadores de nuestra propia existencia.