¿Quién fue el Buda?

Hoy descubrimos la vida de la persona conocida como Buda, y también las diversas experiencias que le guiaron a lo largo de su vida hasta lograr el conocido estado de la iluminación.

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Escuela Shaolin Quan

una persona siente la unidad perfecta y eterna con el universo
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¿Quién fue el Buda?

El Buda es la figura central del budismo, fue quien transmitió las leyes espirituales y sus experiencias de iluminación a través de relatos sencillos. Fueron sus seguidores quienes los memorizaron y posteriormente los escribieron para su transmisión, esto tuvo lugar aproximadamente cuatrocientos años después de su fallecimiento.

Su nombre era Siddharta Gautama, nació en Kapilavstu al sur de Nepal en el año 563 a. C, dentro del clan de los Shakya. Falleció a los ochenta años.

Su padre, Shudhodana, el cabeza del clan, pronto decidió que su hijo le sucediera en el cargo. Creció en un ambiente lujoso y disfrutaba de excelente salud.

Según las costumbres de su entorno, se casó a los 16 años con su prima Yashodhara, de la cual nació su hijo Rahula. Su espíritu inquieto le llevó a no contentarse con la vida que llevaba.

A pesar de los esfuerzos de su padre por ocultarle la vida miserable de la gente del pueblo, Buda observó durante un paseo, cuatro situaciones que provocaron un él su primera gran transformación: "Un viejo decrépito, un enfermo, un cadáver y un monje errante".

A los 29 años, tras una vida vacía e infeliz tomó la determinación de encontrar los medios para salir de la rueda de la reencarnación y lograr así, dejar atrás todo su sufrimiento.

El primer cambio drástico en su vida fue abandonar el lujo que le rodeaba, escapando una noche a caballo. Abandonó sus hermosas vestiduras, se rapó la cabeza y se vistió ascéticamente. Se retiró al bosque y allí aprendió las técnicas de la meditación y el autodominio.

Pasó seis años sometiéndose a duros ayunos, largas meditaciones y todo tipo de restricciones para lograr liberarse de sus deseos y apegos materiales hasta casi morir en el intento. Todo esto le llevó a comprender que de esa manera nada lograría. Sin embargo, algo sacó de todo aquello, lo valioso del cuerpo, la mente y sus funciones, comprendió que constituyen una valiosa herramienta para recorrer el camino que nos lleva a abandonar el sufrimiento, éste fue su segundo gran cambio.

Por último, concluyó que era el autoconocimiento junto al desarrollo de las virtudes del alma lo que le conduciría a la disminución del sufrimiento. Para llevarlo a cabo necesitaba reconocer la Verdad de sí mismo, desnudo de toda apariencia. Entonces se sumergió en un profundo estado meditativo durante cuarenta y nueve días a los pies de una higuera, e indagó en las profundidades de su ser.

Allí se topó con su ego, es decir con todo aquello que Mara, sus propios demonios, le habían hecho creer de sí mismo, debido a la falta de claridad en la visión y conocimiemto sobre su propia mente. Derribar todas esas creaciones mentales le condujo a un profundo pesar, al que sólo pudo hacer frente armado de su firme voluntad por hallar la Verdad, ya no tenía nada que perder puesto que sentía haberlo perdido todo.

Su siguiente gran prueba llegó con el deseo, el placer y la pasión. De nuevo logró mantenerse centrado en una profunda meditación, y tras observarse por largo tiempo comprendió aquello que con tanto empeño buscaba y siempre había tenido ante sus ojos, sin embargo, nunca hasta ese momento había tenido la oportunidad de percibirlo tan nítidamente.

Buda tuvo una revelación; todo es pasajero, todo en este mundo termina y comienza de nuevo sin que nada perdure ni se mantenga estable en el tiempo. Esto, tan sencillo y tan simple lo asimiló tan profundamente, que pudo sentir la sangre correr por sus venas con la fuerza de un río arrollador, sintió cada una de sus células respirar como él mismo toma el aire del cielo, también pudo ver sus propios pensamientos pasar como nubes blancas y oscuras que surcan el cielo y desaparecen, allí en ese estado mental infinito e inefable, pudo sentir el latir de su corazón unido al latir del corazón infinito del universo, regalando la vida en una espiral eterna a todos y cada uno de los seres de este mundo. Buda se había Iluminado a la Verdad, ahora si recorría el sendero de vuelta al hogar donde el sufrimiento no encuentra motivo alguno para su existencia.

Después de aquella experiencia de iluminación viajó a Sarnath, al Parque de los Venados, donde comenzó a explicar el método que había utilizado para alcanzar la Iluminación a la Verdad. A este hecho se le conoce históricamente como "La Puesta en Movimiento de la Rueda de la Verdad o Dharma", fueron sus cinco compañeros ascetas con quienes tiempo atrás había compartido su vida, a quienes dirigió su primera enseñanza.

Desde ese día y durante 45 años más el Buda enseñó a toda clase de hombres y mujeres sin distinción, no reconoció desigualdades de castas o clases sociales, rechazó abordar problemas que no admiten soluciones prácticas y fundó una orden de monjes y monjas.

Se cuenta que el Buda, poco antes de morir, seguido de un gran número de discípulos acudió al pico de la asamblea de los buitres, que dominaba la ciudad de Rajagriha. En esa montaña el maestro había impartido muchas enseñanzas elevadas. Pero en esa ocasión Buda permaneció en silencio; los adeptos estaban desconcertados esperando sus palabras. Finalmente cogió una flor de un ramo que le acababan de ofrecer y, con calma, dio vueltas al tallo entre sus dedos. Sus seguidores al no comprender lo que quería transmitir, se miraron turbados unos a otros. Sólo Kashyapa entendió el mensaje y respondió con una ligera sonrisa al enigmático gesto del Maestro. Entonces, rompiendo su silencio, Buda proclamó:

“Tengo en mi posesión el Ojo del Tesoro de la Verdadera Ley, la inefable y sutil visión del nirvana que abre la puerta de la visión de lo sin forma, no depende de los escritos ni de las palabras y se transmite fuera de toda doctrina. Ese tesoro lo entrego al gran kashyapa”.

Desde ese momento Kashyapa fue llamado Mahakashyapa, convirtiéndose en el primer patriarca indio del budismo dhyana, término sánscrito que significa meditación.

A los 80 años Buda le dijo a su amigo y primo Ananda que pronto partiría, poco después entró en profunda meditación en un bosque y murió, alcanzando el Parinirvana o "Gran Iluminación" tras abandonar su cuerpo físico.

Según dicen, estas fueron sus últimas palabras:

“Todas las cosas creadas son inestables; esforzaros con atención.”